lunes, 24 de septiembre de 2012

Brotes de primavera

Hay sensaciones que hacen volver un tiempo. Pensar "¿y si tomamos un helado?" y llevarlo a la práctica es síntoma de un tiempo que empieza. Remeras mangas cortas, bermudas, medias cortas y finitas. Ese tiempo donde el día se vuelve más largo, con más actividades. Septiembre es un baño de magia. Los brotes se hacen notar, brotes pequeñísimos (esa palabra tan Juan L. Ortiz, pequeñísimo). El quedarse hasta tarde despierto no es una tortura al cansancio y al frío, aunque alguna breve brisa nos haga recordar que todavía el invierno no se fue....

Así estoy con vos, en ese espacio de transición donde algo se entierra (una pequeñísima parte de uno se va con uno) para empezar a brotar otras cosas de uno mismo, levemente, sin apuros...

lunes, 17 de septiembre de 2012

Otra vez Marina

"Los dientes
apreté contra los labios.
No voy a llorar.

Lo más duro-
dentro de lo más blando.
Con  tal de no llorar."

M. Tsvietáieva


Estar a punto. Al borde de. Sentir la hinchazón en el borde de. Otra vez el silencio. No. No quiero hablar. No hay palabras disponibles. Es el borde lo que exaspera esta sintaxis. Quizás... Pero no. No es lo que sale desde acá. Desde acá hay un hueso incompasible. Pedazo de hueso fofo, laxo. Abrir la brecha en la soledad. Sí. Estar encima de, por sobre. Subsistir. No. No puedo hoy. No. Hoy no sale. El amor no es para plebeyos de alma. Seré aristocrático pero sólo quiero que me entiendan mis amigos. Ya no tengo. Quede solo en la intemperie. Seré a cielo abierto. Voy siendo. Encerrona enquistada no se sabe dónde. Abrazo la locura, el aire en mí... Abrazo el aire. No. No voy a. No. Apretar los dientes. Otra vez Marina, la débil Marina. Vuelve. Un grito en el medio del suicidio. Un espacio para desaparecer. Para. Pero volver a subsistir. No. No voy a. No.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

El viaje

Todavía ni armaste el bolso. Tu preocupación es que el libro quede armado. Te entiendo. Estamos saltando con los tiempos, la facultad está tomada y yo pienso, como en chiste, que bebió demasiado la pobrecita.
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Mis zapatillas están al lado de la cama. No las saqué de la caja. Están como muertas esperando ser estrenadas. Vos te fuiste a cortar el pelo y yo escucho Liliana Herrero, canta El tiempo está después. ¿Te acordas de todo lo que nos hace recordar esa canción?
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Te llevé la ropa al lavadero, fui a la imprenta. Al tipo de la imprenta le gustó que el libro tenga diferentes colores. Los miraba como a un objeto extraño. Quedaron lindos pienso. Se los mostré a Manu, el piensa como yo, que no hay que darle tanta bola a los detalles.
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Enero (diarios en verano) se llama el libro. Lo escribimos en Bolivia, en Luján y en Buenos Aires. También se escribió en Córdoba, una mínima parte. Mañana, jueves, nos vamos. Tengo ansiedad, como galletitas Express con mermelada de mandarina, esa que hizo Marga con las frutas de Carlos Keen.
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Mañana a las 9 30 de la mañana voy a estar frente a un curso dando clases, después iré al gimnasio y vendré a Capital. La Capital, como le dicen en Luján, como le dicen en provincia. Como si La Capital fuese un lugar inaccesible para las personas del interior.
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Carla, mi profe del gimnasio, me preguntó "¿te vas a Córdoba a un retiro?". Yo le dije "si, salgo de Retiro". "Ah no.... pensé otra cosa" me dijo. ¿Ahora creen que soy católico?
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20 libros. Con 20 libros nos vamos.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Nuestros lugares

Cuando estoy con vos me siento un nene. No me puedo enojar. Sos un cuerpo largo, flaco, morocho que se extiende al lado mio y me mira con ojos dorados, sí, esos ojos no son negros, son del profundo dorado, de ese dorado del que estás hecho. Yo nací para quererte toda la vida dice una zambita que cantamos juntos varias veces ¿y sabés qué?... Tengo ganas de que me muestres de nuevo nuestro norte, que nos subamos al cerro San Bernardo y que tomemos mate mirando a la linda, que vayamos una noche más a la Casona y que Abel cante Zamba del carnaval y que a mí se me escape una lagrima de vino y coca. 
La semana que viene, quizás, nos encuentre en Córdoba. Nunca te fuiste de ahí y, a veces, en tus charlas, decís "acá en Córdoba" refiriéndote a Capital Federal. Yo te dejo, te entiendo. Córdoba fue la mejor parte de tu vida, quizás yo soy un simple ocaso de eso que viviste allá. Pero creo que también Córdoba tiene algo todavía familiar que no tiene Capital. 
Buenos Aires, lo sabemos, es una bestia hostil con todos, mezcla de soledad, snobismo y no sé cuántas cosas más que la hacen bastante pedante y difícil. Por algo tienen el jefe de gobierno que se merecen. Pero eso no importa ahora. Lo que importa es que ya pasó mas de un año y que seguimos, los dos con varias kilos de más, con más panza, más canas, más recuerdos. Pensar que hace un año te ibas solo para Córdoba a festejar el cumpleaños con tu familia. Ahora, tu familia me espera y ya pensamos en cómo voy a hacer con mi terrible adicción al cigarrillo... 
Ahora, en mi casita de Luján, te imagino buscándole el regalo a Mel, en un shooping, todo tan frívolo, tan distante. Hoy dormí todo el día, fui al gimnasio, di clases, tomé mates con Marga y Eduardo en la cama y tome mates solo en mi pieza. La pieza que nos vio mirando tele toda una tarde entera, jugando a estar de vacaciones en la casa de mis viejos y después está ese lugar, el lugar que quiero para mi vejez, para cuando todas las obligaciones se hayan disipado y sólo quede esperar: Carlos Keen. 
Carlos Keen nos espera con el tilo que le regalé a mi vieja con mi primer sueldo, para hacer mates con yuyitos, para hacer dulces, comer mandarinas en invierno y frambuesas en verano. Te voy a contar un secreto: mi fruta preferida es la frambuesa, me gusta ese gusto ácido que tiene y que se te queden los dedos morados después de comerla. 

lunes, 3 de septiembre de 2012

Doliente aleluya

El mate está en el punto justo hoy. Mi vieja me dejó una Rhodesia en la mesa para cuando llegue del gimnasio. La canilla de la cocina gotea. No se escucha nada más y pongo Jeff Buckley para pasar este momento, se escucha un doliente aleluya y me doy cuenta que Buckley me gusta más por su vida que por su obra. Se murió nadando en un río, ahogado. Recién alcanzaba lo que ciertas personas llaman la fama, eso que te hace salir en todos los diarios y encontrar fotos de vos en todos lados. Yo estoy ahogado en vida pero quiero construir una catedral gótica con las palabras, que se semeje a un palacio encantado, con fantasmas que mueven cadenas, con raptos de locura consciente... ¿Y si me miro al espejo y les cuento que encuentro dos órbitas deshabitadas? Soy menos que ese fantasma que vivirá en mi palacio gótico de palabras. Me llegan sonidos de algún monstruo, ¿o será mi imaginación que escucha las ramas que se mecen con el viento?

sábado, 1 de septiembre de 2012

Realismo extremo



Boris Pasternak, un escritor ruso, iba a dar un discurso para la asociación oficial de escritores de la URSS, él había escrito un discurso pero antes de subir al estrado, un oficial de Stalin le rompió su hoja y se la cambió por otra. El llegó al estrado y frente a los micrófonos lo único que alcanzó a gritar, antes de que lo saquen de las narices, es "no se organicen". 

Ser realista extremo conlleva una decisión imperiosa de soledad. Lo real es una invaginación de nuestro discurso, lugar inaprehensible y ahuecado de nuestras palabras. Es el culto al silencio de las obras de Beckett o la cavidad simbólica que divide las quimeras en la obra de Fijman. No vivimos nuestros reales desde la palabra, más bien la experimentamos en el caosmos en el que estamos sumergidos, en nuestros cuerpos a-morfos, más no disformes. Figura atonal, ruinosa. El ritmo del mundo es increíblemente más congestionado de variables que lo que podemos imaginar con nuestro lenguaje. En ese mundo no hay lugar para nosotros, los que valemos menos que una sombra, los que no nos intercambiamos ni nos subimos arriba o abajo del árbol del significado.