Es tarde. Digamos las tres de la mañana para redondear... En este instante de iluminación pagana me doy cuenta de que procure, en toda mi carrera de Letras, extremar la realidad a límites insospechados. Me gusta, pienso. Muchas veces la ficción puede tener una potencia disruptiva que la realidad, cuando muestra su apariencia adormecida, no tiene.
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En "Medianoche en París" Dalí sólo habla de rinocerontes.
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Las reglas... a otro perro con ese hueso... A mí dame el juego que desborde los poros, que alivie el alma, que permita soñar en libertad... y ahí estoy yo, no tengo filtro de realidad, mi marco teórico es ficción pura. El lenguaje es un virus que vino desde otro planeta.
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