sábado, 16 de marzo de 2013

Prólogo

Puedo ver la sombra de mis pelos ondulados en la pared blanca. El sol que golpea en mi cara trae la tibieza del otoño. Así estamos, de sábado, aburridos, mirando qué poder hacer. Fumás y lees lo que escribo. Escribo y soy como un duende de mis deseos. Hay un mundo afuera que está transformándose. En esta ciudad el frío se siente más frío y la gente sale menos. Hoy a la mañana me dijiste "qué silencio en la calle". A lo lejos pasa un auto, como perdido entre los pocos ladridos de perros. Nosotros nos creamos un microclima que excede el día, que está más allá de la sensación térmica. Desnudos. En verdad desnudos no, vos con tu remera de Patán, yo con una remera que dice Besadorxs, así nos encontramos... en este otoño, en nuestra cueva. El prólogo al invierno está empezando. El momento que nos acurrucamos uno contra el otro y dejamos pasar las horas mirando pelis, inventando historias debajo de las frazadas gruesas. Ya empezamos a comprar chocolates y alfajores, síntoma de este preludio. Ya escuchamos la música más bajo y cerramos las ventanas que nos hacían escuchar las peleas de los vecinos. Ya empezamos a sentir los dedos del pie helados y nos empezamos a refregar esos deditos los unos contra los otros.

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