“Eso es lo que he aprendido en mi profesión de autor; no importa cómo se digan las frases.
Lo que importa es lo que quieres decir. Lo que sale del corazón va al corazón.
El resto son voces extrañas”. (David Mamet)
2-El epígrafe de Nicolás -que es un documento de amor entre nosotros… cómo de un padre malo salieron tantos hijos buenos!!!!- creo que viene de un tiempo anterior: tiempo de fractales, de suspensión. Una historia que va pasando. Lo que vos decís que podé Mariano... ¿Adónde vas Mariano? Y Mariano sabe: le teme a lo que funciona, esa quietud máxima, fracaso certerísimo del escribir que es, en cambio, siempre, un seguir, nunca un funcionar.
3-Entonces respondo que el autor del libro es Mariano Massone, respondo su interrogante inicial. Acá se puede elegir: yo elijo. Y es de Mariano aunque sea nebuloso arriba y de tinieblas en el subsuelo: aunque ni siquiera eso que escribe ahí lo hace un libro negro, risa negra o herida... tal vez sea eso el libro… algo que pasó… una experiencia… no es poco, es lo único que hace a un libro real.
4-"Cuando escribas algo que entienda..." -me amenazaron hace un tiempo...- Pero hay experiencias desesperadas y desesperaciones herméticas, y hay diarios, están acá, en este libro, las dos cosas. No voy a decir que se miran como espejos, porque lo digo, se que sólo algunos escriben diarios. Libro mezclado –supongo y anoto si hablo de él-. Libro de amor: acerca el pensamiento al sentimiento y teje las trizas de ese encuentro, él mismo lo dice más o menos así.
5-"Velan por el limite/ los que debajo del sol esconden"... ¿De qué hablan los versos? Hablan de acá, de nosotros, no voy nunca mas lejos. "Las campanas doblan por ti"... Película o frase que Milita Molina después inmortalizó cercana en un relato... el de la muerte de Nicolás Rosa…
6-Libro expuesto, quizá un verso lo salve del escarnio. Libro sin reparos -palabra de mi abuela-, y, ¿cómo entonces de sombra si nada lo cubre, nada lo guarda, nada se pone a resguardo en él?
Pero una singular inversión ocurre entre una y otra cara, entre verso y anotación, una es futura, otra pasado. Una vaticina, espera, ¿piensen cuál?: "es la voz de otro que espera" -registra un verso-.
Y yo creía que me gustaba más la página que es crónica cuando no me gusta otra cosa que la frase conseguida.
7-Mariano es un radar que sintoniza rápido, mira bien y se ríe, siempre o casi siempre se ríe, también es un hombre inteligente. Por desatinado. Así escribe. Ana C.E. dijo que había una palabra de él en el libro: "fluidos". Mariano estuvo de acuerdo. Sabemos a que tradición nos lleva, saben lo que digo de ella a veces... Pero también por un delicado saber no fluido los versos se escurren, escapan, una y otra vez en la lectura. Y se salvan de devenir. ¡Gracias a Dios! Y el libro vuelve a empezar cuando me lleva a escribir, ¿hay otra cosa para decir de un libro?
8-Libro de sombras, pese al título, pese a la tapa medieval -me explica Mariano, hay cosas que por suerte no se, eso aclara mi pertinaz soberbia-, repito que pese al título y a la estampa, Libro de sombras es un libro moderno. Mariano es un chico moderno y también alguien que se sabe rezagado: eso también lo salva. Es un reaseguro involuntario. Como dice Rosset siguiendo a Pascal: "hay todo por ganar si, solo Si, parece que se esta perdiendo", yo antes hubiera citado el triunfo del fracaso... de Kierkegaard. Y es un libro religioso porque cree en lo imposible.
9-Mariano, además, en el libro, me regala un mundo… vaya regalo… al nombrar Magadán, que es un lugar de Siberia. Los nombres se agradecen, no se si son destinos como dijo el gastado escritor argentino, creo que son magias y violencias, vienen de atrás, no callan nunca. Los nombres son piedras ("el que esta libre de culpa que tire la primera piedra" -me jugó Mariano en una clase hace poco-), piedras que pueden ver: "cuánto espacio hay en lo que no se recobra..." como dice un verso suyo. A veces se recuerda no por nostalgia sino porque el tiempo se nos va sin poderlo creer entonces nos repetimos, tiramos piedras, escribimos.
10-A Mariano, y ese fue su primer gesto de mágico encuentro para conmigo, le gusta Libertella, y Libertella anda en las sombras muy claras de este libro: es el ojo ciego que decide no ver tanto y se divierte en lo oscuro (así parafraseo de memoria recuerdos de libros de Héctor).
Mariano escribe acá que hay mil voces, yo creo que las voces que hablan en nosotros se pueden contar, nunca son muchas… eso sí, cambian… tampoco tanto… vuelven, esto también.
11-Y cuando un libro cuenta de si, verdaderamente, verdaderamente enseña algo, "nos llevamos algo a casa" como dijo alguna vez Juan Lagomarsino de las clases de Nicolás Rosa. Mariano habla de sí, de un tiempo que tuvo, de cosas que hizo, eso escribió.
12-Y locos, desatinados, imprevistos, son los diagramas que incrusta Mariano en un libro todo incrustado, ¿qué le tocó de Bulgakov a Mariano? La fantasía de algunos es su necesaria realidad, lo digo mejor: ¡para ser fantástico hay que ser hiperreal! Así un ruso puede vivir en un libro nuestro. Acá mismo, en este Libro de sombras.
13-Versos modernos, dije, ahora agrego, despatarrados que interceden por nosotros, para que aprendamos a esperar que todo al final se aclara. Y sino, fíjense como cierra algunas páginas en perfectas repeticiones de palabras, como "arrimo", o cómo marca aquello que uno hereda de una madre.
14-Suspiros, cicatrices, un guiño, flores o yuyitos. Lo dice él. Por ahí va. Pero también va por los recuerdos de la literatura, cuando lo releo (¡ya sin poder podarlo!) entreveo tonos antes que ocurran, vaticino un tono o una velocidad Link y Link, citado, aparece luego muy rápido. También Mariano insiste en ser un baqueano del tiempo, ¿a que recuerdo obliga? Mariano se quiere gaucho y se quiere provinciano. Ahí también hace algo distinto. Un poco, vamos a ver…
15-Creo que el libro es potente, tanto que mata algunas zonas propias que intentan llevárselo: no hay ausencia, no hay nebulosa, hay tanteo y pelea. Mariano tiende una pelea porque está en ella, la guerra de seguir, de reír, de ser impertinente, de ser un desconcertado como cuando dice al escucharnos: “mirá, mirá”, y la literatura es de los buenos descarados, de los que pierden las formas porque buscan, rebuscan y, a veces, publican.
LAURA ESTRIN
No hay comentarios:
Publicar un comentario