Sentir la sutileza del aire en cada centímetro de mi piel. Dibujar la nada con un lapiz invisible y verte en esa transparencia. Mirar las nubes y construir tu cara en algodón. Hay algo de vos que no está en este momento. Vos y tus tiempos de ciudad. El silencio de este día de gorriones. La luz se filtra por entre los árboles y sentado abajo de los laureles espero. Espero que vengas con un ramo de jazmines y me abraces, como ayer, como siempre. Cada segundo sin vos es una catarata fría. Se escucha una voz, alguien llega, como en ensueño respondo. Las plantas de manzanas siguen creciendo, imperceptiblemente amor. Y más allá están las ciruelas que cada vez son mas maduras. Maduro. De a poco crezco, paso del verde a un coloradito. No es el verano. Es tu mirada de ojos negros que impacta en mis ojos verdosos. Ayer te quería mostrar el higo de tuna pero te juro que me olvidé. Atrás de la higuera nos besamos ¿Te acordas? ¿Te acordarás después de años que atrás de la higuera nos besamos? Había plantas de zapallo que estaban pequeñísimas... una tenía una flor naranja y arrugada. Me arrugo. Me vuelvo viejito, cada vez mas grande, mas canoso, mas sensible, con un sentido de la realidad mas justo. Y vos me ves en cada cana que me crece. Tu cuerpo es un nudito, un hilo con un nudito (pequeño) a la altura del ombligo. Mi cuerpo es cuadrado y petiso. Quiero que me lleves siempre... viajemos en un avión y visitemos lugares. Quiero manejar al lado tuyo y que vos pongas música, que cambies las estaciones y que tararees alguna canción. Quiero sembrar, ver tus manos llenas de tierra oscura, ver mis uñas negras y con un cepillito sacarmela de a poquito. El viento hace un sonido a aeroplano. Son nuestras emociones que viajan ochenta kilometros, vos en una oficina con aire acondicionado, con un ritmo vertiginoso, yo con este ritmo de placenta. Esperando para salir, viajar, curiosear al lado tuyo.
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