Afuera florecen mil flores. No fuimos invitados. Estamos desterrados en un rincón. Maniatados. Sin saber a dónde mirar ni a dónde ir. Lo nuestro no importa, no basta. Nunca basta. Siempre hay que pedir más. Hay que exigir más. El super yo gigante destroza a los desterrados de la primavera.
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No nos queda nada. Nos sobran días. Días que son como años, como siglos. Comemos trozos de pérdidas para despojarnos del antojo. También el antojo desespera.
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Sin ganas, sin fuerzas, sin ánimos. Tirado en la cama viendo el mundo pasar y sintiendo el pecho hondo.
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