Cuando llegaste estaba lloviendo. Te subiste al auto, yo manejaba, fuimos a casa. Tomamos mates con tortas fritas. Charlamos, nos descubrimos en nuestros temores de nuevo. De ahí a la cama. De la cama a pedir comida. La noche se hace sincera a veces; aún en las contradicciones entre el hacer y el decir. La noche nos devora enteros y nos encontramos unidos en el reproche por un lazo de confianza.
Tenías anginas, me acuerdo. Te llevé a la clínica Güemes. Espere afuera de la guardia mientras fumaba un cigarrillo y veía como un perro era el único habitante de la calle. Recorrimos tres farmacias en auto hasta encontrar una que tenga los medicamentos. Estabas hirviendo, volabas de fiebre. Yo volaba junto a vos, esperando algo, quizás... Algo que de a poco se iba dando...
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