El domingo se extiende como un animal carnívoro a punto de destrozar a su presa. Brutal, interminable. Todos los caminos conducen a ningún lado. Todos los latidos se sienten en lo profundo. Cabalgar sobre nuestras asperezas para no ver la lenta solicitud de lo dado. ¿Somos del tiempo? Las palabras, como este domingo voraz, se pierden en la incertidumbre del susurro.
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